Luis Azagra, S.J. (Pamplona, 1928 — Pamplona, 2006). Un jesuita que dedicó más de cincuenta años al sacerdocio, la docencia y la entrega total a proyectos educativos dentro de la Compañía de Jesús en Venezuela. Venezuela y, en
particular, la UCAB, se convirtieron en hogares de acogida, y se integró a ellos hasta lograr que nadie dude en concebirlo como un educador venezolano excepcional.

Durante los primeros años de residencia en Venezuela tuvo la oportunidad de completar su formación académica en varios centros universitarios alrededor del mundo. Nuestro país estaba destinado a constituirse en el marco donde plasmaría los conocimientos adquiridos. Fue uno de los más de 40 sacerdotes enviados a cursar carreras universitarias, de manera que sirvieran de sustento para el proyecto académico de la Compañía de Jesús.

Esa etapa inicial labró su particular mirada. Obtuvo una Licenciatura en Filosofía y Letras, a la vez que se formó como profesor de física y matemáticas en la Universidad Javeriana de Bogotá. Realizó sus estudios de teología en la ciudad de Innsbruck, en Austria, y obtuvo una maestría en educación en la Fordham University de Estados Unidos.

La trayectoria de su formación académica revela la inclinación temprana a integrar la vertiente humanística y científica del conocimiento. No resulta posible ofrecer en pocas palabras una síntesis cabal de la cadena de responsabilidades y logros del P. Azagra en Venezuela. Sólo destacaremos unos pocos ejemplos que, esperamos, reflejen sus capacidades y vocación de servicio.

Fue director de la Escuela de Psicología (entre 1963 y 1966) y rector del Colegio San Ignacio de Caracas (entre 1966 y 1972).

En el año 1972 forma parte de la comisión creada en la UCAB para manejar una crisis política e institucional que involucró la participación de estudiantes y profesores. Su exitosa gestión, además de alcanzar el objetivo propuesto al permitir una normalización paulatina de las actividades y la convivencia de posiciones contrapuestas, incluyó la redacción de un estatuto orgánico que recogió muchos de los principios de la universidad moderna que caracterizan a la UCAB de hoy día.

La destacada actuación del P. Azagra en aquellos meses convulsos abrió las puertas para que el ingeniero Guido Arnal, nuevo rector a partir de ese año 1972 (hasta 1990), le solicitara ocupar el rol de vicerrector administrativo. Permaneció en esa posición durante 10 años. Bajo su responsabilidad como vicerrector, condujo iniciativas de significativo valor social para la población universitaria, entre las cuales se hallan el programa de apoyo económico al estudiante y el fondo de pensiones y jubilaciones del personal.

A partir de 1992 fue encargado de la Dirección de Proyectos en la UCAB y, desde ese momento, junto con el rector P. Ugalde, impulsó con firmeza la creación del Parque Social Padre Manuel Aguirre S.J.

Una vez que inició labores, a finales de 1999, el P. Azagra asumió la dirección y sirvió como motor para que el Parque Social contribuyera a uno de los objetivos principales del Estatuto de la UCAB (Irradiar su acción especialmente a los sectores más marginados de la comunidad nacional), sobre la base de una mirada interdisciplinaria que facilitara la prestación más efectiva de los servicios.

Con el éxito del Parque Social como antecedente inmediato, se convirtió en sólido promotor de una red a escala nacional de centros y servicios de salud dirigidos por organizaciones dependientes de la iglesia (AVESSOC).

Muestra del cariz versátil y de la multiplicidad de ángulos que caracterizaron su visión humana y profesional, dentro de la Escuela de Psicología integró roles que difícilmente convergen en una sola persona. Basta mencionar su actividad de muchos años como docente de las cátedras de estadística y de ética, así como su participación en la comisión de tesis.

Más allá de esta enumeración que permite recoger una carrera larga y meritoria, quienes tuvimos la suerte de trabajar al lado del P. Azagra constatamos, de forma inapelable, la existencia de unos rasgos que engalanan su perfil. Se trata de
características que conviene atesorar y seguir como ejemplo. Durante la Homilía de su funeral, el Provincial P. Orbegozo, S.J. transmitió a los presentes la siguiente imagen del P. Azagra:

«En lo grande o en lo pequeño, en casos institucionales o en situaciones personales… siempre tuvo el don de la palabra y de la sugerencia oportuna. Su consejo nacía de su capacidad de entender la complejidad de los problemas humanos»

Sus capacidades para escuchar, apoyar y mediar delinean la figura de un líder y consejero generoso, sobre todo en tiempos complejos. Nunca se excedía en palabras o guía innecesaria. Sorprendía su sutileza y la precisión de una mirada aguda que, además, solía salpicar con fino humor. Después de calibrar sus características resaltantes, durante la formación en Austria empezaron a llamarlo zorro viejo.

El talante de su bondad dispuso que tendiera una mano a muchos dentro de la universidad católica. Siempre lo hizo de manera discreta y, si lo consideraba pertinente, el apoyo se plasmaba en ayuda económica. No cabe esperar la existencia de un registro cuidadoso de todos los beneficiarios, pero, en la medida que van pasando más años desde su muerte, los comentarios de pasillo permiten apreciar que esta lista no para de ensancharse.

Como distinción justa a su trayectoria, en diciembre de 2005 se le confirió el título de Doctor “Honoris Causa” en Psicología de nuestra Universidad Católica Andrés Bello. Recordemos que, a pesar de ser uno de los pioneros de la formación psicológica en Venezuela, el P. Azagra no había obtenido títulos académicos en esta área.

Dentro de su discurso en ocasión del conferimiento las últimas palabras que ofreció en público se permitió expresar: Con ello estaba haciendo alusión a la Unidad de Psicología del Parque Social que en la actualidad lleva su nombre.

El epónimo es apenas un pequeño homenaje a su figura; además nos recuerda el compromiso con sus enseñanzas y, por supuesto, también pretende subrayar el orgullo que para nosotros representa ser sus colegas.

«Los psicólogos también tienen (tenemos) nuestro hogar en el Parque Social. En mis relaciones con los demás profesionales muchas veces he tenido que defenderme de la acusación de mi preferencia por los psicólogos. Mi defensa era que la Psicología, más que mi preferencia, era mi debilidad. Hoy puedo decir con satisfacción, con alegría y con orgullo, que nosotros los psicólogos también tenemos un lugar en el Parque».

♦Texto: Juan Carlos Romero — Director de la Unidad de Psicología Luis Azagra / Fotos: Archivo