La criminalización de la migración y los discursos de odio y xenofobia son campo fértil para que las venezolanas sean víctimas de violencia de género y explotación. Así lo advirtieron cuatro especialistas durante las XV Jornadas de No Violencia Contra la Mujer de la UCAB. Precisaron que más de cinco mil connacionales escaparon o fueron rescatadas de estas redes entre 2018 y 2024

Expertas convocadas por la Clínica Jurídica de la Universidad Católica Andrés Bello presentaron, durante las XV Jornadas de No Violencia Contra la Mujer, actualizaciones sobre la situación de la trata de personas y cómo las mafias asociadas a este delito –«el tercero más lucrativo después de la droga y el tráfico de armas»– se aprovechan de la vulnerabilidad de las venezolanas que migran para obligarlas a ser parte de las múltiples redes de explotación que se benefician del desarrollo de las tecnologías virtuales.

La falta de estadísticas oficiales sobre el tema fue uno de los datos más alarmantes expuestos por las especialistas ya que, advirtieron, favorece la invisibilización de este fenómeno creciente, a juzgar por el monitoreo propio de algunas organizaciones privadas.

También hablaron de «la feminización de la migración» y cómo, a las vulnerabilidades de mujeres con pocos recursos, se suma el desinterés de los Estados y gobiernos de la región que, por acción u omisión, contribuyen a la discriminación, exclusión y estigmatización de las venezolanas.

Marialis Meneses, Estefanía Mendoza, Yumildre Castillo Hedré, Verónica Valenzuela, Lisbeth Bolívar

Unas jornadas para visibilizar el problema

Las XV Jornadas de No Violencia Contra la Mujer se desarrollaron el viernes 28 de noviembre, con la participación de las abogadas Mariana Campos, Estefanía Mendoza, Yumildre Castillo Herdé y la psicóloga Lisbeth Bolívar.

La instalación estuvo a cargo de la directora del servicio de Clínica Jurídica, Marialis Meneses, y de la coordinadora de la cátedra del mismo nombre de la Facultad de Derecho UCAB, Verónica Valenzuela. 

Meneses justificó la selección del tema analizado porque es necesario desarrollar estrategias a la luz de la situación actual y hacer visible este problema. Sobre el ejercicio del derecho, señaló que debe transformarse «desde la cátedra, los espacios estudiantiles, el ejercicio litigante» y aprender a abordar una consulta en esta materia con inteligencia emocional y empatía.

Todas las invitadas son aliadas del equipo de la Clínica Jurídica y han participado en eventos previos. La Clínica Jurídica aborda, dos veces al año, temas de actualidad vinculados con formas de violencia contra mujeres y niñas.

Discriminación estructural

La constitucionalista Mariana Campos, coordinadora de la Comisión de Derecho Constitucional del Colegio de Abogados de Caracas, concentró su exposición en el marco normativo internacional, tanto el vinculante como los estándares. Estos últimos indican a los Estados y autoridades el camino a seguir. No obstante, precisó que ahora están mayormente enfocados hacia los casos de refugiados y solicitantes de asilo.

Dijo que «no existen cifras que realmente visibilicen la situación de la mujer migrante en la región porque no hay criterios de trazabilidad que nos permitan saber cuál es la caracterización de la mujer para que los Estados de acogida tomen medida y ofrezcan garantías a sus derechos humanos en situación de vulnerabilidad».

Otro de los aspectos que abordó Campos fue el de la criminalización de la migración y las deportaciones arbitrarias. Afirmó que los Estados deben abstenerse de cerrar las fronteras y alertó que cada vez que se toman este tipo de medidas restrictivas se fortalecen en esos mismos lugares las redes de trata de personas.

También denunció que hay gobiernos que difunden o toleran discursos de odio, lo que ayuda a la «discriminación estructural», como es la normalización de la xenofobia contra las venezolanas en muchos países latinoamericanos.

Insistió en que la falta de investigación y sanción alienta la continuación de la violencia contra las migrantes.

Trata: Por cada caso detectado, 5,9 no se registran

Estefanía Mendoza, activista de la ONG Mulier Venezuela, presentó datos del monitoreo de medios según los cuales 4.761 venezolanas fueron rescatadas de redes de explotación entre 2018 y 2023. Adelantó datos de 2024, año en el que otras 511 venezolanas fueron rescatadas.

Afirmó que la trata de personas es el tercer delito más lucrativo en el mundo, después del tráfico de drogas y de armas. Sin embargo, dijo que la droga se vende una sola vez, mientras que una persona «puede ser vendida 10 o 12 veces al día».

Sobre la invisibilización de este crimen, aseveró que varios países han hecho sus cálculos. Citó uno reciente de España donde «por cada caso detectado de explotación de niñas, niños y adolescentes quedan 5,9 casos sin detectar. Imagínense cuál puede ser la situación de Venezuela», acotó la ezxpositora.

 

«Cada vez son más las mujeres y niñas que logran salir de esa situación porque su familia las ayudó o ellas mismas consiguen una forma de escapar».

Mendoza insistió en que, en la actualidad, las redes de trata han cambiado sus métodos y ya no hace falta mantener a alguien encadenado.

Precisó que ahora generan dinámicas de coacción y violencia virtuales, aprovechando desde el exterior vasos comunicantes con el crimen organizado en Venezuela. Así amenazan a los familiares e hijos de sus víctimas que, por el miedo, pueden pasar de ser explotadas a convertirse en captadoras de víctimas, pero no de forma voluntaria.

También mencionó que se detectan casos en donde miembros del entorno familiar someten a familiares con fines de explotación sexual dentro del país, usando las plataformas virtuales para comercializar las imágenes en el exterior.

Parentalidad transnacional

La tercera panelista, la abogada Yumildre Castillo Hedré, habló sobre el ejercicio parental y cómo esto se ve afectado cuando la madre migra y deja a sus hijos en el país, a lo que se refirió como «la parentalidad trasnacional».

Llamó la atención sobre la falta de políticas públicas en Venezuela que se centren en dar atención a la familia y presentó propuestas restaurativas que promuevan crear y fortalecer redes comunitarias que les den soporte para compartir experiencias, espacios de apoyo y cuidado compartido para atenuar la soledad.

«Si la mujer es el centro de la familia, el baluarte afectivo, cuando la familia se ve privada de la mujer porque migra, ¿quién atiende ese duelo?», cuestionó Castillo.

Recalcó que, según datos oficiales de ONU, desde 2015 han salido de Venezuela más de 7 millones de personas y de ellas, la mitad, son niñas, adolescentes y mujeres.

Las madres trabajadoras migrantes sufren violencia de género en múltiples formas, precariedad laboral, brecha salarial, empleos informales y dificultades para acceder de la atención a la salud y a muchos otros derechos.

«Todo esto conspira contra la posibilidad de que ellas puedan darles a sus hijos el apoyo que necesitan», aseguró.

Alertó que los derechos parentales no deben cederse «jamás» por vía de un poder y mencionó que, en el mejor de los casos, los menores de edad han sido dejados con abuelos, pero que, en general, dejar a los hijos con terceras personas genera un impacto negativo que lleva a una reconfiguración de roles.

«Esa mujer tiene que redefinir su rol de madre en un contexto distinto, sin redes de apoyo ni estabilidad económica, todo lo que dificulta el desarrollo de los hijos», apuntó.

La trata agrava el destierro

La última intervención quedó a cargo de la psicóloga Lisbeth Bolívar, especialista en terapia de parejas. Ella centró su análisis en las vulnerabilidades emocionales que pueden llevar a las personas a caer en las redes de trata y las secuelas emocionales.

«Una persona que trabaje con las redes de trata puede estar en cualquier parte», dijo Bolívar.

Llamó a mantener los ojos abiertos, especialmente a los jóvenes, que se dejan influenciar por redes sociales y series de TV que venden la idea de que existen quienes van a resolverles los problemas de la nada.

«La figura masculina con un cuadro de psicopatía puede abusar psicológicamente de la figura femenina y, a través de coerción y amenazas, obligarla a hacer cosas que van en contra de su voluntad, principios éticos y morales», explicó la experta.

Habló de una visión errada del amor romántico y de la figura del lover boy que introduce a una mujer enamorada en las redes de explotación.

Aclaró que no está mal estar vulnerables, pero recomendó que, al estar en otros países lejos de las estructuras familiares, hay que fijarse a quién se le muestran las vulnerabilidades y gestionar bien las emociones íntimas, porque el psicópata se aprovecha de eso.

Mencionó las heridas traumáticas complejas que deja haber sido víctima del delito de trata, entre ellas: «miedo persistente, hipervigilancia (desconfío de todo), despersonalización (desconexión con el cuerpo, no me pertenece), dificultad para confiar, dependencia emocional, herida identitaria (la sexualidad se desconecta de la experiencia), creencias irracionales alrededor de nuestro cuerpo (mi cuerpo no es valioso), diálogo destructivo alrededor de su físico e integridad, culpa irracional e injustificada».

«Tenemos el exilio como doble ruptura. En la migración forzada, las mujeres pierden su territorio y su sentido de sí mismas. La trata agrava el exilio al hacer que su cuerpo y su identidad se sientan desterrados», explicó la psicóloga.

♦Texto: Elvia Gómez/Fotos Mafer González