La Dirección de Proyección y Relaciones Comunitarias de la UCAB está haciendo los ajustes necesarios para incorporar a los estudiantes del nuevo semestre, que comenzó el 27 de abril, a las condiciones impuestas por la emergencia sanitaria del COVID-19. El objetivo es que el contingente al que le corresponda cumplir ahora con el requisito de la Ley de Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior, pueda hacerlo, al tiempo que actúe como soporte para que las escuelas de las parroquias Antímano, Caricuao y La Vega, reciban apoyo en el dictado de matemáticas, con el sistema no presencial.
Adle Hernández, directora de la dependencia adscrita a la Dirección General de Extensión Social, explicó que están haciendo adaptaciones a las líneas de trabajo, entre ellas la de Desarrollo Integral, en la que también participa el Voluntariado ucabista, tan antiguo como esta universidad.
“Las matemáticas, de modo presencial pueden ser complejas; con el trabajo a distancia se complican más. Una de las propuestas que tenemos es que los estudiantes ucabistas que deben hacer el Servicio Comunitario puedan ser una especie de tutores o asistentes de cátedra, que trabajen articuladamente con los profesores de matemáticas y ellos puedan apoyar a los niños, resolviendo dudas, modelando con videos sencillos que pasen por Whatsapp. Todo esto supone un cambio de nuestros protocolos de trabajo. Estamos diseñando cómo se hace el flujo de la información, cómo controlamos eso. Ya tenemos un buen número de estudiantes interesados a los que les vamos a dar una inducción de cómo trabajar en las escuelas en modo virtual. Se espera usar las plataformas que tradicionalmente usa cada escuela, WhatsApp, Facebook”.
Para mediados de mayo, esperan tener en marcha estas adaptaciones que se aplicarán en cinco escuelas. La Extensión Social de la UCAB mantiene relaciones fluidas con 15 escuelas, la mayoría de ellas de Fe y Alegría y AVEC, y algunas escuelas públicas. Solo en la parte alta de La Vega, en la zona de influencia de la parroquia San Alberto Hurtado, Adle Hernández cuantifica que el universo de estudiantes es de, aproximadamente, dos mil niños, en cinco escuelas.
Una de las circunstancias que le causa gran preocupación a la profesora Hernández, es que mientras algunas escuelas de las parroquias mencionadas reportan haber alcanzado 98% de conectividad entre maestros y alumnos, hay una minoría en la que esa interacción no llega al 10% y los directores no han podido comunicarse con todos los docentes.
Un elemento que influye en los resultados tan disímiles entre el desempeño virtual de un plantel y otro, es el nivel de pobreza de las familias, explica.
“Hay unas escuelas en las que realmente el tema de educación a distancia no está funcionando y eso nos tiene altamente preocupados. Es mentira que esos niños están haciendo la escuela en casa”.
Monitoreo comunitario
La directora de Proyección y Relaciones Comunitarias habló del levantamiento de información que su equipo ha estado haciendo desde mediados de abril, para conocer en qué condiciones objetivas los pobladores de las zonas aledañas al campus de Montalbán están enfrentando la pandemia. También hacen seguimiento a la evolución del estado de ánimo.
“Hemos estado en contacto con nuestros aliados comunitarios para mantener el vínculo. Hacemos un monitoreo para que los coordinadores puedan llevar un poco el ritmo de lo que está ocurriendo en comunidad”.
En el monitoreo semanal han detectado que, en general, los residentes de las tres parroquias reportan mucha angustia y ansiedad.
“Los maestros reportan estar muy sobrecargados, muy angustiados, estresados. Nuestra Línea de Desarrollo Integral está trabajando en una propuesta para acompañar a estos maestros. Lo estamos desarrollando”.
Hacen indagaciones sobre cómo han estado los servicios básicos, cómo se cumple la cuarentena, qué tanto movimiento hay en la calle, cuáles son los organismos que controlan los horarios de la cuarentena, cuáles son las mayores preocupaciones que tienen, entre otras interrogantes.
Para la tercera semana de abril, “el 43,3% dijo que en su sector hubo dificultad para acceso al gas, 93,3% reportó dificultades para el acceso al agua por tubería; 43,3% reportó cortes eléctricos en el sector, y 83,3% indicó que su conectividad a internet fue mala. El otro 16,7% no aplica para esta última pregunta porque no tienen Internet ni teléfono inteligente”.
La dirección de Proyección, sobre la base de la información que están recabando y actualizando, está reelaborando propuestas, algunas enmarcadas en el Proyecto de Reconciliación.
“Todo eso está en proceso de rediseño, procurando formas de acompañamiento a distancia”.
Falta de agua perjudica distribución de alimentos
Adle Hernández comenta también sus preocupaciones sobre la situación concreta de la falta de recursos para que familias de Antímano, Caricuao y La Vega, con las que mantienen sus relaciones de cooperación, puedan cubrir sus necesidades alimentarias.
“Estamos muy preocupados por el impacto que está teniendo la hiperinflación y la disminución de la posibilidad de generar ingresos. Eso tiene a la gente muy mal. El tema de la falta de gasolina, que impide que la gente se pueda mover para generar algún ingreso diario está complicando el cuadro, la gente ya empieza a sentirse ahogada. Además, algunas de estas familias recibían remesas y eso las mantenía con algo de oxígeno, pero algunos de los que se fueron también se han quedado sin trabajo, y ahora estas familias están nerviosas porque no saben cómo van a poder vivir los que están afuera”.
Al inicio de la declaratoria del estado de alarma, la Dirección de Proyección y Relaciones Comunitarias se dispuso a colaborar con adaptar protocolos en el reparto de alimentos que llevan adelante otras organizaciones, algunas de la Compañía de Jesús; pero tuvieron que suspenderlos porque la falta de agua impedía cumplir con las condiciones mínimas, según lo previsto en el protocolo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
“El problema es que sin agua y jabón no se pueden cubrir las medidas básicas de seguridad y se ponen en riesgo las personas. Existen protocolos como el del Programa Mundial de Alimentos para contextos COVID-19 y se trató de ajustar ese protocolo a la realidad de los sectores populares, inclusive pensando cómo trabajarlo con agua almacenada y no corriente, con la asesoría de una especialista en salud pública. Sin embargo, en función de las medidas de seguridad, muchos de nuestros aliados comunitarios decidieron no continuar con la entrega de alimentos en vista de las dificultades con el agua.”
Texto: Elvia Gómez / Fotos: Oswer Díaz, Manuel Sardá, Crónica Uno