El Director de Sustentabilidad Ambiental de la UCAB agradeció la incorporación y señaló que le permitirá ahondar en las investigaciones que realiza sobre desarrollo sostenible. Además, hizo algunos comentarios sobre la situación medioambiental de Venezuela y el reto de universidades y sociedad civil en la materia

Recientemente, la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat (ANIHVEN) aprobó la designación, como individuo de número, del ingeniero y director de Sustentabilidad Ambiental de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Joaquín Benítez, quien ocupará el sillón XXVIII en esa prestigiosa institución, fundada en 2004.

Para el también docente universitario, la decisión de la ANIHVEN representa un logro, tras más de 25 años de trabajo en el área de la preservación del medioambiente  y el desarrollo sostenible,  y después de 13 años desde su postulación. Considera este reconocimiento un motivo de satisfacción y reflexión. De hecho, indicó que esto lo hizo revisar su trayectoria y constatar que cada trabajo o investigación le ha servido para consolidarse en esta área que, indiscutiblemente, le apasiona.

“Para esta designación como individuo de número, el trabajo en la universidad ha sido fundamental. Las experiencias adquiridas tanto en la Dirección de Sustentabilidad Ambiental como en la dirección del postgrado de Ingeniería Ambiental, y las cosas que hemos estado haciendo en y desde la UCAB han sido elementos clave. Por ello, estoy muy agradecido a la universidad, que no solo generó toda la dinámica de trabajo en la que me he visto envuelto, sino que apoya y permite atender el trabajo como comisionado en la academia; tener la posibilidad y recursos para llevar adelante el trabajo de incorporación. Me hace sentir muy contento y emocionado”, explicó.

Benítez es ingeniero agrónomo (UCV-1983), especialista en Desarrollo Sustentable (Universidad de Lanús, Argentina), magister en Gerencia Ambiental (IUPFAN) y doctorando en Desarrollo Sustentable (USB). Ingresó en la UCAB, en 2007, como director del Postgrado de Ingeniería Ambiental y desde 2014 es director de Sustentabilidad Ambiental de esta casa de estudios.

UN LARGO CAMINO

El profesor Benítez forma parte de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat desde 2010, cuando ingresó a la Comisión de Ambiente. Luego de cinco años, la institución solicitó a los comisionados interesados en formalizar aún más su participación con el organismo presentar sus credenciales y someterse a evaluación para convertirse en individuo de número. Esta tarea, confesó el profesor, no fue sencilla.

Estuve organizando eso como dos meses. El sistema de calificación y los criterios valoran la experiencia en el ejercicio profesional, la conducción de estudios y proyectos de ingeniería, la vida académica, los trabajos de investigación propios o en los que fuiste jurado o tutor, las veces que escribiste un capítulo de un libro o un artículo, además de las ponencias y conferencias”, aseguró.

Así, años más tarde y tras calificar en un ranking, le dieron la noticia de que había un sillón vacante y que él era el adecuado. El paso siguiente era presentar una investigación. Como es doctorando en Desarrollo Sostenible en la Universidad Simón Bolívar (USB), el ingeniero tomó en cuenta el tema de investigación que está desarrollando y presentó ante la ANIHVEN el trabajo  “Tipología de las evaluaciones de impacto ambiental: su diversidad, evolución e importancia para el desarrollo sostenible en Venezuela”.

Luego de la evaluación de este proyecto  -cuyo nivel es similar al de un trabajo académico de postgrado- la Junta de Individuos de Número de la Academia aprobó, por unanimidad,  su nombramiento. «Ahora solo estamos a la espera del acto oficial de incorporación», precisó el profesor. 

La investigación guarda relación con los objetivos, aplicaciones, finalidades y propósitos de las evaluaciones de impacto ambiental. Este tema, destacó Benítez, es uno que ha desarrollado a lo largo de su carrera no solo como docente, sino como consultor ambiental en la empresa privada. En este rol, el ingeniero ha participado o coordinado más de 70 estudios de impacto ambiental en Venezuela, pero también en Ecuador, Panamá y República Dominicana. “Fue el área con la que me vinculé a la UCAB y desde allí desarrollé una estrategia didáctica”, añadió.

PROFUNDIZAR LAS INVESTIGACIONES MEDIOAMBIENTALES

Joaquín Benítez considera que su incorporación como individuo de número le permitirá abordar nuevas áreas dentro de la Academia. Dijo que, al formar parte de la Junta de Individuos de Número, podrá aprobar o no los planes internos, establecer autoridades de la institución, así como aprobar o rechazar nombramientos y pronunciamientos sobre materia de interés público.

Sin embargo, indicó que lo más importante de su nueva posición como académico es que le servirá para ahondar en el trabajo que viene haciendo desde la Comisión de Ambiente, que incluye la publicación de artículos y libros,  así como la organización de foros y conferencias sobre temas ambientales. De hecho, adelantó que, en los próximos meses, esa comisión bautizará la segunda parte de un libro sobre ingeniería ambiental y llevará a cabo un encuentro sobre arboricultura urbana, específicamente sobre el tema de los problemas que suceden con el arbolado en la ciudad.

“Quiero seguir analizando e investigando lo que ocurre en el país y ser un intérprete para mis estudiantes, las personas con las que comparto, los grupos con los que trabajo. Esta incorporación me da una perspectiva distinta. Incluso me ha hecho reflexionar sobre lo que es la ingeniería y su importancia para la sociedad”, agregó.

VENEZUELA: UN PANORAMA NADA ALENTADOR

De cara a la pregunta ¿Cómo se encuentra Venezuela en el tema ambiental hoy día? Benítez resaltó que el panorama no es alentador, debido a tres factores.  “En primer lugar, creo que Venezuela está contaminada. Sus aguas, el aire, los suelos y ecosistemas se siguen contaminando; no se está haciendo mayor cosa para frenar la situación”.

Puso como ejemplo los casos del Lago de Valencia y el Lago de Maracaibo; los ríos que pasan por las principales ciudades y que reciben aguas servidas, la inexistencia de rellenos sanitarios en muchas ciudades, así como los derrames petroleros. Resaltó, con énfasis, la situación al sur del país, específicamente en el Arco Minero del Orinoco, donde hay minería ilegal y artesanal.

En segundo lugar, advirtió que Venezuela no mantiene un uso sostenible de sus recursos naturales. “Estamos deteriorando nuestros recursos, nuestra flora y fauna, y no estamos siendo sostenibles. Los ecosistemas no están siendo protegidos”, sentenció.

Sobre esto, apuntó lo que ocurre en la cuenca del río Caroní, indispensable para la generación de energía eléctrica en el país. “Se están explotando las cuencas que nos ayudan a producir electricidad. Tienen minería cerca en lugar de ser un lugar celosamente protegido porque de eso depende la producción eléctrica. Se siguen afectando los bosques, la tasa de deforestación es elevada. Los suelos descubiertos se erosionan, se pierden por falta de protección”.

El tercer punto que mencionó tiene que ver con las políticas gubernamentales y la institucionalidad ambiental. A  su juicio, estas también están deterioradas. “No hay una política ambiental coherente que se aplique; no hay intenciones de gestionar el país ambientalmente y de forma sostenible. Recién aparecieron unos gestos de parte del gobierno para mostrar una cara ambiental. Pero, ciertamente, no luce coherente”, dijo.

Advirtió que la institucionalidad no funciona, pues hay una «total impunidad» en cuanto a delitos ambientales. «No se regula ni se hacen efectivas las buenas prácticas de gestión ambiental necesarias para que Venezuela deje de ser un país contaminado y poco sostenible. Además, todo esto hace del país uno altamente vulnerable a los fenómenos del cambio climático», manifestó preocupado.

SOCIEDAD CIVIL Y UNIVERSIDADES: EL RETO ES LA INCIDENCIA

El profesor de la UCAB destacó el papel que tiene la sociedad civil para denunciar y tratar de revertir los daños medioambientales que están ocurriendo en el país.  Dijo que es importante continuar con las iniciativas que diferentes sectores llevan adelante.

Mencionó la labor de organizaciones no gubernamentales que asumen roles formativos, de sensibilización, levantamiento de información o ayudan a la gestión. También celebró que la racionalidad empresarial esté calando cada vez más e impulsando negocios responsables y sostenibles, que tienen como fin generar impactos ambientales y sociales positivos.

Sin embargo, sostuvo que este trabajo tiene que incidir en los decisores políticos.

“Yo creo que todo esto tiene que promover, en la discusión política, la incorporación de contenidos ambientales y de las demandas para una mejor calidad de vida Debe ocurrir un pacto en el sector político y manejar estas discusiones. El propósito es que sean parte de la agenda del país”, comentó.

Con respecto a la UCAB y la Dirección que él conduce, Benítez enfatizó en que llevan adelante una serie de iniciativas y proyectos  en las áreas de docencia, investigación, extensión y gestión, como parte de una política  en pro del desarrollo sostenible con la que está comprometida la universidad.

La cátedra Ecología, Ambiente y Sustentabilidad, la próxima instauración de un aula abierta de reciclaje, la puesta en funcionamiento del techo verde y la construcción del campus como una herramienta de sensibilización y educación en desarrollo sostenible, además del trabajo formativo de líderes ambientales comunitarios en los sectores aledaños a la universidad, son solo algunos ejemplos.

Ratificó su convicción de que la educación es fundamental para lograr cambios en esta materia y que las universidades son pieza clave en ese proceso.

«La universidad es un espacio fundamental para lograr la incidencia necesaria que oriente a la humanidad hacia el desarrollo sostenible; la posibilidad de generar conocimientos, formar a sus estudiantes y generar discusión es esencial en el esfuerzo por lograr sociedades sostenibles», finalizó.

♦Texto: Grace Lafontant León/Fotos: Carlos Miliani