El síndrome de burnout o «síndrome del trabajador quemado» hace referencia a la cronificación del estrés laboral. Este se manifiesta a través de un estado de agotamiento físico y mental que se prolonga en el tiempo y llega a alterar la personalidad y autoestima del trabajador

Paralelamente al desarrollo de la era industrial surge la necesidad de una disciplina médica que se ocupe
con mayor sistematización de las enfermedades y riesgos laborales. Este lugar lo ocupa la medicina
laboral o medicina del trabajo, especialidad que contribuye cada vez más con el logro del bienestar y
calidad de vida en la población trabajadora. En la actualidad se reconoce la importancia de cuidar
del ángulo psicológico del entorno laboral y contemplar su protección es de obligatorio cumplimiento para empresas y empleadores a través de leyes y reglamentos.

Este contexto propició que se identificara el Síndrome de Burnout como una entidad clínica íntimamente relacionada con la actividad laboral, a cuyo estudio y prevención se ven convocados expertos y organizaciones pertinentes.

Si bien es cierto que los manuales de clasificación de las enfermedades mentales no lo incluyen como entidad clínica, la OMS lo declara en el año 2.000 como un factor de riesgo para la salud mental y la calidad de vida
de los sujetos que lo padecen, por lo que se recomienda aplicar medidas para evitar la aparición del síndrome y sus consecuencias.

Su descripción y divulgación data de la década de 1970 con los trabajos de los psicólogos Herbert Freudenberger y Christina Maslach, quienes recalcaron el riesgo particular de sufrir este problema en e l c a s o de profesionales sanitarios y educadores. Posteriormente resultó claro que la sintomatología no se circunscribe a profesiones de ayuda o servicio y, en términos generales, se caracterizó como un involucramiento crónico con el trabajo, en situaciones de alta demanda emocional, de manera tal que, si la persona afectada no se trata o no cambian las condiciones laborales, la salud se verá seriamente comprometida.

Existe un acuerdo general en describir tres dimensiones que dan cuenta de la sintomatología del Síndrome del Quemado, la cual abarca la experiencia individual, cómo el trabajador se vincula con su ocupación y, a su vez,cómo lidia con esos factores interpersonales que pueden terminar en un círculo vicioso de agotamiento e
insatisfacción.

  • Agotamiento o cansancio emocional (componente de estrés individual): el trabajador siente una disminución de su energía y presenta una tendencia a estar sobrepasado desde el punto de vista psicológico; considera que no puede dar más de sí mismo a los demás.
  • Despersonalización (componente interpersonal): Consiste en una actitud de distanciamiento emocional y cognitivo hacia la persona objeto de atención (si se trata de ocupaciones ligadas a la ayuda y el servicio), acompañada de disminución del idealismo por el trabajo e irritabilidad, que puede terminar en una respuesta deshumanizada frente a la responsabilidad que se desempeña.
  • Realización personal reducida (componente autoevaluativo): el profesional tiende a valorar negativamente la labor que realiza y sus logros, lo que se acompaña de un sentimiento de insatisfacción. La persona siente que no puede responder a las exigencias laborales con efectividad.

Epidemiología

En lo relativo a las variables sociodemográficas o epidemiológicas, no existen datos concluyentes que apunten a mayor prevalencia del cuadro asociada con el género, aunque existe la tendencia a considerar mayor afectación en las mujeres debido a la doble exigencia de roles familiares y profesionales.

Los estudios recogen que las personas entre 30 y 50 años suelen ser las más afectadas. En relación con la profesión y oficio, si bien es cierto que en un principio se detectó en sanitarios, maestros, personal de servicios sociales, funcionarios de prisiones, etc., también se ven afectados vendedores,ingenieros y técnicos, deportistas, supervisores, directores, secretarios, etc.

Prevención


Suelen ser los jefes y compañeros de trabajo quienes detectan las primeras señales en la persona afectada, de manera que valerse del recurso que representan tales impresiones es una gran ayuda para actuar antes de que aparezcan síntomas y complicaciones severas.

Debido a que se trata de una entidad que se desarrolla en la esfera ocupacional, concierne a empresas, instituciones y empleadores, desplegar una serie de estrategias que protejan la integridad y salud mental de sus trabajadores. Algunas de las técnicas útiles a ser implementadas por las organizaciones pueden incluir:

  • Ofrecer información permanente acerca del Síndrome de Burnout, sus características clínicas y la importancia de atacarlo en sus formas leves.
  • Establecer vigilancia acerca de las condiciones y clima laboral, fomentando el compañerismo y trabajo en equipo.
  • Promocionar cursos de inducción y actualización del cargo desempeñado.
  • Diseñar y ejecutar cursos de liderazgo, habilidades sociales y estrategias de resolución de conflictos.
  • Aplicar estrategias de intervención organizacional tales como: modificación del ambiente físico, funciones de puestos de trabajo, cambios en la política de recursos humanos con el fin de crear estructuras más horizontales, mayor independencia y autonomía; promociones internas justas y equitativas acorde a la experiencia y habilidades, así como flexibilidad horaria y sueldos competitivos.
  • Realizar actualización permanente de conocimientos relativos a factores psicosociales y su influencia en la salud mental de los trabajadores.

 

Texto: Dra. Nora Pacheco. Psiquiatría. UPLA