La prevención es un elemento clave a la hora de atender la oleada de casos de suicidio que presenta el país en los últimos años, por lo que la formación de grupos de adolescentes y de docentes resulta fundamental para atender este problema desde las escuelas, donde es común que surjan factores de riesgo que pueden detectarse con anticipación, lo que permite buscar ayuda oportuna para las personas que estén lidiando con pensamientos suicidas
La Unidad de Psicología Padre Luis Azagra S.J. (UPLA) de Extensión Social llevó a cabo su XIII Jornada de Bienestar Psicológico en la mañana del jueves 30 de mayo, esta vez orientada hacia la atención y prevención del suicidio, ante un incremento importante de casos en los últimos años.
Así lo demuestran los datos, pues el Observatorio Venezolano de Violencia registró un total de 2.358 muertes por suicidio en Venezuela durante 2023, un aumento del 6,5% frente a los 2.173 casos reportados por el organismo en 2022. Este número se traduce en una tasa de 8,2 suicidios por cada 100.000 habitantes.
Frente a esta situación, el equipo de UPLA organizó encuentros con grupos de adolescentes y de docentes de instituciones escolares, con la finalidad de ofrecer herramientas para que la juventud y las instituciones educativas tengan un mejor manejo de situaciones relacionadas con el suicidio en sus distintas etapas.
Las psicólogas Yesimar Moreno, Andrea Alarcón y Ana Paula Carrero asumieron la responsabilidad de conversar con el grupo de docentes, en el cual participaron 15 educadoras de distintas instituciones. En una dinámica con formato de conversatorio, las educadoras compartieron con las especialistas sus experiencias personales y profesionales relacionadas con el suicidio, mientras recibían conocimientos para abordar estos casos.
Ana Paula Carrero argumentó que los docentes poseen un rol imprescindible en materia de prevención del suicidio, ya que son los primeros que pueden empezar a notar patrones de riesgo en las escuelas y deben fungir como «vigilantes» para esas primeras etapas de apoyo.
«El enfoque es de prevención. Hay un rol que solemos identificar al trabajar la prevención del suicidio, y es el de vigilantes. Son quienes interactúan con los jóvenes y sirven de primer eslabón, es la primera persona que puede identificar ciertas cosas. Es importante conocer factores, riesgos y mitos para saber identificar», razonó.
En este sentido, las 15 docentes que asistieron al taller aprendieron sobre términos, conceptos y etapas que permiten entender el suicidio en toda su dimensión.
Determinar las conductas características de los dos componentes principales del suicidio, el cognitivo y el conductual; así como también la diferenciación entre las diferentes etapas que afronta una persona antes de cometer suicidio, debido a que, de esta manera, es posible entender la gravedad de cada caso y enfocar esfuerzos proporcionales al grado de emergencia que amerite la situación.
Andrea Alarcón explicó que hay tres etapas principales: el riesgo, que se determina por el potencial que puede tener una persona para consumar el hecho, como las características individuales y de su entorno; la ideación, que incluye todos los pensamientos constantes asociados al suicidio y su planificación; y la consumación, que son los intentos, tanto infructuosos como exitosos.
“Es importante identificar en qué estado está esta persona. Si vemos un adolescente que nos dice que se quiere suicidar, y que puede hacerlo un día de la semana en el que no están sus padres y ya sabe cómo lo va a hacer, estamos ante una persona que afronta un riesgo con más potencial”, comentó.
Adiós mitos, hola recomendaciones
Para facilitar la comprensión del fenómeno, las especialistas de UPLA prepararon dinámicas para fomentar la participación de las docentes. Desmintieron algunos de los principales mitos en torno al suicido, al aclarar preceptos existentes sobre frases como “el que se va a matar, no avisa” o “solo intenta llamar la atención”.
A raíz de esta dinámica, las facilitadoras hicieron énfasis en aquellos elementos que pueden arrojar señales de que una persona pueda estar afrontando riesgos o ideaciones suicidas. Entre las señales de alarma, destacan que la persona vocifere ideas suicidas, mantenga un constante mensaje de desesperanza y use frases de despedida que no se adaptan al contexto.
En este sentido, ofrecieron también una serie de indicaciones sobre qué hacer y qué no hacer en caso de detectar riesgos o ideaciones suicidas por parte de estudiantes o familiares.
¿Qué hacer?
- Poner en práctica la escucha activa para intentar entender por qué la persona tiene esos pensamientos.
- Apoyar en vez de juzgar o rechazar.
- Preguntar por los sentimientos y sensaciones —tanto físicas como emocionales— de la persona.
- Mantener un estado de ánimo tranquilo y sin sobresaltos durante las conversaciones
- Tener preparados números de emergencia en caso de que ocurra un intento de suicidio.
- Limitar el acceso a objetos o productos que puedan ser utilizados para autolesiones o para la consumación del suicidio.
- Integrar a las personas significativas para la persona en la situación.
(Ver también: Psicodata Venezuela: 81% de la población siente desconfianza del otro)
¿Qué no hacer?
- Ignorar las señales que se manifiestan en las distintas etapas.
- Entrar en pánico al momento de afrontar la situación.
- Expresar enojo hacia la persona que está teniendo pensamientos suicidas.
- Subestimar la situación.
- Decirle a la persona, en un intento de reconfortarla, que todo va a estar bien.
- Guardar el secreto de que la persona lidia con pensamientos suicidas, pues es necesario buscar ayuda.
- Dejar a la persona sola cuando ha vociferado sus intenciones de acabar con su vida.
A partir de esta información, ahora en manos de docentes, la UPLA espera aportar un grano de arena en el reforzamiento de la prevención de suicidio en el país. Para Carrero, se trata de un paso importante —aunque pequeño— para el abordaje de un problema tan profundo como este.
“La escuela, y que ustedes estén intentando entender este fenómeno y obteniendo las herramientas para abordarlo, es un pequeño paso hacia la prevención”, resaltó.
Jornadas de atención
En paralelo, en el Parque Social de la UCAB, otro equipo de UPLA realizó una segunda parte de la jornada, más enfocada en la atención clínica grupal para atender a tres grupos distintos: adolescentes y adultos con riesgo suicida, y familiares de víctimas de suicidio.
Todos los grupos fueron pequeños para garantizar el trato más personalizado posible, pero se mantuvo el enfoque de psicología clínica comunitaria que caracteriza a la unidad, como detalló la psicóloga Elsa Fernández.
“En la unidad tratamos de hacer todo lo posible por hacer una combinación entre intervenciones individuales y grupales, porque nuestro enfoque es la psicología clínica comunitaria”, aclaró.
Quienes asistieron a esta jornada tuvieron la oportunidad de compartir sus experiencias con los especialistas y recibir ciertas herramientas que pueden ayudarlos a afrontar las situaciones que están afrontando.
Fernández atendió específicamente al grupo de familiares de víctimas de suicidio, una situación compleja que amerita trabajar en un duelo “particularmente complicado”.
“Ser familiar de una persona que muere bajo este tipo de condiciones es sumamente difícil. Hay motivos religiosos, hay mucho sentimiento de culpa, pensar en por qué lo hizo o qué pudo haber sido distinto, y también hay rabia, que es lo más difícil de manejar”, detalló.
Psicología clínica en UPLA
Finalmente, la UPLA recuerda que abre sus puertas a quienes necesiten atención psicológica. Los interesados pueden enviar un correo a upla.clinica@gmail.com indicando sus datos personales: nombre, dirección, cédula y método de contacto.
Se responderá con un cuestionario de Google Forms en el que pueden explicar sus casos y, en caso de que se trate de una emergencia, números de contacto de instituciones que pueden atender la situación con la inmediatez que amerita el caso.